Bajo la lámpara diecisiete la luz caía como lluvia fragmentando las miradas. Pablo y Lucía desnudaban sus pupilas en intermitentes contracciones que dilataban el tiempo; un rumor de latidos húmedos como la tarde sucedió a la aproximación. —Estoy lista para ser abrigada por tus labios— El viento fue pretexto transformado en caudal de sueños. Él se acercó; recorrió su boca, circundó los pliegues, transformando el espacio líquido en llama oscurecida: la alquimia del beso. Bajo la lámpara diecisiete, el tiempo se volvió sombra, la luz un espejo para dos miradas disueltas en un tibio silencio.
viernes, 22 de mayo de 2009
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Hola Araceli, me gusta mucho lo que escribes, de verdad que me gusta, tienes algo que vuelve tu lectura deliciosa, voy a Tlaxcala la próxima semana a ver si nos vemos, sino un saludo, cuídese.
ResponderEliminarqué onda Jorge!! Gracias por el comentario
ResponderEliminarAbrazos